Yarisley Silva es un ícono del atletismo cubano. Lo es por sus resultados, pero, sobre todo, es una leyenda viviente por la especialidad en la que ha logrado destacar: el salto con pértiga.
Hasta su eclosión, Cuba no aparecía en la hoja de ruta de esa disciplina y, aunque se había estado practicando desde el año 1996, de esta tierra no había brotado un talento con los argumentos necesarios para trascender más allá de nuestras fronteras.
La relevancia de la pinareña es tal que, de su esfuerzo, han salido buena parte de las mejores actuaciones del atletismo en los últimos tiempos. Fue subcampeona olímpica en Londres 2012, bronce mundial en Moscú 2013, campeona mundial bajo techo en Sopot 2014 y también ganó el oro en Beijing 2015. En 2017, Silva volvió a estar en el podio y la presea de bronce que ganó en Londres fue la única que sacó Cuba de su incursión mundialista en la urbe del Big Beng.
Ella cumple HOY 35 años, y lo celebro con el único deseo de que la vida le de salud para seguir librando batallas y regalando emociones.
La conocí cuando tenía 24. Un viernes con mucho sol, en la zona cercana del Complejo de Piscinas Baragua.
La conocí cuando solo tenía un quinto lugar mundial y el título panamericano de Daegú como principales hitos de su palmarés. Desde entonces me he permitido presenciar en primera fila su carrera deportiva. Un curso pródigo por el que puede presumir de ser parte de la historia del atletismo cubano. Tanto por haber situado a esta Isla en la élite de una modalidad que hasta su escalada universal era prácticamente desconocida en esta tierra, como por resistir a los embates de todo tipo de fuerzas que buscaron detenerla.
Yarisley Silva cumple hoy 35 años y anda tras los sueños. A esta edad, y sobre las alturas con las que coquetea es un privilegio verla mantenerse a pie de obra.
Mis felicitaciones a esta guerrera que ha obrado una historia que es una oda a la perseverancia. ¡Los sueños se construyen desde el cielo!
