La derrota contra los Leones de Yucatán (9-4) el sábado dejó a esta versión «ampliada» de los Alazanes de Granma con el cuarto lugar del evento promocional de Liga de Campeones, celebrado hasta este domingo en Mérida, México, con muchas interrogantes sobre su futuro, muy similares a las que sigue teniendo el béisbol cubano en eventos internacionales desde hace ocho años.
Tras un feliz inicio del torneo con triunfo apretado 3-1 sobre el equipo estadounidense Fargo-Moorhead RedHawks, llegó una mordida fatal de los Caimanes de Barranquilla 7-3. Para ser justos, los cubanos quedaron fuera del podio, pero el mejor conjunto en cuanto a nóminas, premios y rendimiento, los propios Leones de Yucatán, tampoco se incluyeron en la discusión del título al conseguir apenas un éxito y par de fracasos.
Lo más difícil resulta ahora balancear una actuación de apenas tres desafíos, con equipos de nivel profesional, pero accesibles a nuestros peloteros, tal y como lo demostró Erlis Casanova, el abridor de mejor actuación en la lid y líder en ponches (6); así como algunos bateadores ya sin interés para equipos nacionales como Yordany Alarcón, Guillermo Avilés, Yordanis Samón y Yoan Moreno, únicos con al menos un hit por encuentro.
¿Qué pasó entonces? Fuimos el equipo que menos carreras anotó (10); que sus relevistas no pudieron hacer la labor que se les pidió en situaciones de peligro; casi el único que apostó al toque de sacrificio para adelantar corredores y fabricar carreras; el de menos boletos recibidos (3) por la impaciencia en el home de los bateadores; y el segundo con más carreras permitidas (17) por su cuerpo de lanzadores, de ellas 16 fueron en dos pleitos.
Para algunos esta era una versión mejorada de los Agricultores que vimos en la última Serie del Caribe. Sin embargo, el objetivo volvió a incumplirse. Y ese cuarto puesto o frío sótano nunca complace, por más que hoy no hablemos de culpables mayúsculos ni críticas mordaces. Lo preocupante, eso sí, va siendo asumir en cada torneo ese espíritu de derrota, trasladado ya a la afición con expresiones impensadas años atrás: «hicieron el mayor esfuerzo, los otros equipos se preparan también, hasta los norteamericanos pierden», entre otras.
¿Los Alazanes de Granma pudieron lucir mejor? Sí. ¿Representó bien al béisbol cubano? No. Más allá de recuperar títulos, de emocionarnos con triunfos apretados o de volver a infartar a muchos con jonrones electrizantes para ganar un torneo, sigo pensando que a nuestros equipos en el exterior y a nuestro béisbol le está faltando la garra del tigre, la ambición de poder enfrentar el reto más duro con inteligencia y alegría, y también con conocimientos y más profesionalidad.
El trote de Granma fue más de lo mismo. Y aquí comienza el comentario de ustedes.